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Lorenzo Peña
Bagdad: tribuna para defender al pueblo de Mesopotamia
Copyright © 2003 Lorenzo Peña
Cascada de dólares
por Lorenzo Peña
La conferencia cuya celebración comienza hoy en Madrid con toda pompa va a costarnos a los españoles cerca de mil millones de pesetas (entre agasajos, jolgorios, obras, comilonas, despliegue de fuerzas de seguridad [seguridad para los magnates que en ella participan; inseguridad para el sufrido y maltratado peatón]). Es un escarnio para un país pobre como España, cuyo salario mínimo --verdaderamente de hambre-- es uno de los más bajos de la OCDE. Con esa suma se hubiera podido facilitar el transporte público a cientos de miles de familias menesterosas.
En realidad la conferencia cubre más una finalidad de escaparate --o a lo sumo de ceremonia-- que un propósito genuino de decisión. No sólo porque en verdad las decisiones las toma exclusivamente el conquistador estadounidense (púdicamente autodenominado `la coalición'), sino porque, además de eso, el escaso margen de opción que dejen a otros los imperialistas yanquis ya ha sido zanjado, en la sombra, por otro cenáculo, recién celebrado en la City de Londres --un encuentro innominado que apenas ha transcendido a los medios de incomunicación del sistema reinante.
A ese cónclave han acudido los adjudicatarios a dedo de los contratos de reconstrucción del Iraq beneficiarios de la administración de Bush (y casualmente ligados por vínculos de negocios con la familia del presidente norteamericano), como Exxon y Delta; han acudido dignatarios del Fondo Monetario Internacional y personeros del pseudogobierno títere impuesto por los EE.UU en Bagdad; han acudido, claro, representantes de la propia administración colonial yanqui, y otros hombres de negocios, todos elegantemente trajeados y acorbatados, bebiendo whisky y pasándolo bien en su compadrazgo.
Decisiones tomadas en ese encuentro semi-clandestino:
- destruir las 200 empresas nacionales que había establecido el régimen patriótico de Sadán Juseín;
- imponer en Mesopotamia un sistema de paraíso fiscal similar al de Liechtenstein, o todavía más agudizado;
- suprimir la protección aduanera a la producción iraquí, incentivando las importaciones y arruinando la industria nacional;
- privatizarlo todo, repartiendo el país entre los grandes financieros que seleccione Washington; se echará a la calle a muchos de los actuales trabajadores iraquíes (ahora medio millón aproximadamente);
- otorgar a aquellos capitalistas extranjeros que --al amparo de la conquista estadounidense-- inviertan en el país los siguientes privilegios: detentar el 100% de las empresas que se les adjudiquen; repatriar el 100% de los beneficios; importar --sin pagar arancel alguno-- el 100% de sus insumos (todo ello en nombre del libre mercado); no se ha hecho público otro extremo, mas se colige perfectamente de ese contexto: será abolida toda la legislación laboral baasista y se suprimirá la protección social, con lo cual esos empresarios extranjeros adueñados del país no tendrán que pagar seguridad social, y podrán despedir cuando y como quieran, así como imponer a los obreros las jornadas y los salarios que quieran, y --lo que es más-- hacer venir del extranjero a los empleados y personal que tengan por conveniente, sin limitación alguna.
Aplícase así la estrategia de choque que se puso en marcha en Rusia y demás países de Europa oriental desde 1991, cuyos catastróficos resultados están a la vista. Sólo que en condiciones totalmente distintas, que agravan hasta lo indecible el martirio del vencido pueblo iraquí.
- En primer lugar --y a diferencia de lo sucedido en Rusia-- ahora quienes imponen esa política económica son los conquistadores militares extranjeros que ocupan el país, no fuerzas internas, por lo cual las nuevas reglas vienen determinadas y aplicadas exclusivamente según el interés del amo foráneo, no de sectores autóctonos que tengan raíces en el propio territorio.
- En segundo lugar, Iraq es un país subdesarrollado y además uno cuya economía ya había sido descuartizada por el largo bloqueo de la ONU, instigado por el imperialismo yanqui.
- En tercer lugar, esa salvaje libertad mercantil, esa desregulación neoliberal, se impone sólo para el margen de la economía que queda tras la adjudicación monopolística que --sin previa licitación de ningún tipo, y de la manera más arbitraria-- han otorgado los conquistadores yanquis a dos compañías estadounidenses a las que han regalado el conjunto de las obras públicas (viales u otras) y la infraestructura de los hidrocarburos; monopolio acordado en condiciones leoninas, garantizando sus inversiones con una hipoteca imperial sobre todo el Iraq (de suerte que, cuanto mayores sean sus gastos, mayores serán los beneficios que les garantiza la administración colonial yanqui en Bagdad, a expensas de cualquier recurso succionable en suelo iraquí).
Según los portavoces del mando imperialista norteamericano, la conferencia de Madrid abre oportunidades de inversión a empresas de por doquier. Dicho en plata: será de fachada la presunta libertad mercantil; las migajas del botín se repartirán según el tributo que los gobiernos satélites de EE.UU paguen al amo yanqui para sufragar los gastos militares de la ocupación de Irak.
La estrategia de choque viene así todavía más sesgada y se trasforma en un inmitigado azote contra el pueblo iraquí.
Vamos viendo mejor cuáles fueron los motivos de esta conquista colonial (el mayor crimen de la historia humana después de la trata negrera y la agresión hitleriana). Uno de ellos --del que no se ha solido ni querido hablar-- era el de imponer a sangre y fuego los dictados del Fondo Monetario Internacional, triturando y destrozando a uno de los pocos países que quedaban donde el ordenamiento jurídico mantenía derechos sociales y promovía la empresa pública.
En efecto, hay que recordar algunos artículos de la Constitución baasista ahora abrogada por la espúrea pseudoautoridad que forman los testaferros del imperialismo yanqui. Esa Constitución baasista, adoptada en 1990, reconocía, entre los derechos de los iraquíes, los siguientes:
- a beneficiarse de la solidaridad social (art. 10) y de la planificación económica estatal --basada en un `sistema socialista con fundamentos científicos y revolucionarios'-- (art. 12);
- a ser co-propietario de los recursos económicos principales de la sociedad y de los medios básicos de producción (arts. 13 y 15);
- a la salud (art. 33, que incluye la asistencia sanitaria gratuita y la atención maternal e infantil --art. 11);
- a trabajar (art. 32(a));
- a disfrutar del progreso económico y cultural (art. 29));
- a una mejora de la calidad de vida (art. 32(c));
- al acceso a la cultura (ibid.);
- a la protección social frente a la enfermedad, la invalidez, el desempleo y la vejez (art. 32(d));
- a gozar de vacaciones (art. 32(e));
- a la educación gratuita a todos los niveles --incluido el universitario-- (art. 27(a));
- a la recompensa por el mérito y la iniciativa en cualquier actividad mental, científica, artística o laboral (art. 27(c)).
Para suprimir todo eso se ha acosado, agredido y ocupado a Mesopotamia. Para acabar de suprimir todo eso se celebra hoy la conferencia de Madrid. Y es que, en el mundo de hoy, un país con tales derechos era un escándalo inaguantable.
España Roja
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Madrid, jueves 23 de octubre de 2003
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