Nuestras motivaciones
En ESPAÑA ROJA tenemos una divisa que es una frase de la gran escritora inglesa del siglo XIX George Eliot en su novela Felix Holt, THE RADICAL (cap. 16): Nuestras convicciones más íntimas suelen situarnos en una minoría de una minoría de entre los de nuestro propio partido.

La experiencia histórica nos enseña que el progreso de nuestra especie se va consiguiendo lenta, paulatina, gradualmente, gracias al tesón protestatario y vocinglero de aquellos que, minoritarios al principio --aunque expresen, en el fondo, anhelos de amplias masas populares--, no se dejan amedrentar ni comprar, resistiéndose a ser amordazados por las camarillas en el poder --a pesar de que, durante un tiempo más o menos prolongado, éstas puedan seguir embaucando a una buena parte de la población. A la larga, la labor incansable de esa vanguardia rebelde y lúcida acaba por prevalecer en la opinión pública, moldeándola en un sentido progresista. Y a partir de entonces está condenado el intento de mantener instituciones y prácticas injustas y desacreditadas.

Así se logró poner fin a la tortura judicial, a la quema de herejes y «brujas» en la hoguera, a la esclavitud, a la supremacía masculina (de la que persisten todavía vestigios), a la segregación racial, a la intolerancia religiosa, a condiciones laborales inhumanas, etc.

Magna es nuestra tarea hoy hasta llegar, con la comunidad de bienes, a un modo colectivo de vivir que respete y fomente la calidad de vida, en lugar del que hoy padecemos, con constantes amenazas y agresiones, que provocan sufrimiento, zozobra y angustia, allí donde podría haber sosiego, armonía y tranquilidad.

Por otro lado querríamos decir con el cantante José Ramón Cantaliso, el del cantar liso, lo que en su boca pone Nicolás Guillén:

¡No me paguen porque cante
lo que no les cantaré!
¡Ahora tendrán que escucharme
todo lo que antes callé!

¡Qué profunda vivencia ésa de protesta contra la injusticia, que lo empuja a uno a, en lugar de seguir callando, proclamar a grito pelado tantas verdades que se silencian, que se tapan, que se ocultan; a quitarse la mordaza de la autocensura que uno se ha puesto hasta cierto momento por instinto de conservación en el hostil mundo del poder del dinero!









Nicolás Guillén ha sido el más grande poeta cubano y uno de los más descollantes poetas de habla hispana. Su principal obra fue el Sóngoro Cosongo.

Afrocubano, Nicolás Guillén une una magistral utilización de técnicas poéticas de la tradición castellana con expresiones, motivos y sentimientos de la cultura afro-caribeña de los esclavos negros y sus descendientes.


El poema «José Ramón Cantaliso» tal como viene aquí reproducido se atiene al texto de la edición de la Editorial de Letras Cubanas de La Habana, 1985.

JOSÉ RAMON CANTALISO

José Ramón Cantaliso,
canta liso, canta liso
José Ramón.
Duro espinazo insumiso:
por eso es que canta liso
José Ramón Cantaliso,
José Ramón.

En bares, bachas, bachatas,
a los turistas a gatas
y a los nativos también,
a todos, el son preciso
José Ramón Cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.

Voz de cancerosa entraña,
humo de solar y caña,
que es nube prieta después:
son de guitarra madura,
cuya cuerda ronca y dura
no se enreda en la cintura,
ni prende fuego en los pies.

Él sabe que no hay trabajo,
que el pobre se pudre abajo,
y que tras tanto luchar,
el que no perdió el resuello,
o tiene en la frente un sello,
o está con el agua al cuello,
sin poderlo remediar.

Por eso de fiesta en fiesta,
con su guitarra protesta,
que es su corazón también,
y a todos el son preciso,
José Ramón Cantaliso
les canta liso, muy liso,
para que lo entiendan bien.

CANTALISO EN UN BAR

(Los turistas en el bar:
Cantaliso, su guitarra,
y un son que comienza a andar.)

¡No me paguen porque cante
lo que no les cantaré!
¡Ahora tendrán que escucharme
todo lo que antes callé!

¿Quién los llamó?
Gasten su plata,
beban su alcol,
cómprense un güiro,
pero a mí no,
pero a mí no,
pero a mí no.

Todos estos yanquis rojos
son hijos de un camarón,
y los parió una botella,
una botella de ron.

¿Quién los llamó?
Ustedes viven,
me muero yo,
comen y beben,
pero yo no,
pero yo no,
pero yo no.

Aunque soy un pobre negro,
sé que el mundo no anda bien;
¡ay, yo conozco a un mecánico
que lo puede componer!

¿Quién los llamó?
Cuando regresen
a Nueva York,
mándenme pobres
como soy yo,
como soy yo,
como soy yo.

A ellos les daré la mano
y con ellos cantaré,
porque el canto que ellos saben
es el mismo que yo sé.




Lorenzo Peña
eroj@eroj.org
Director de ESPAÑA ROJA


volver al portal de ESPAÑA ROJA




mantenido por:
Lorenzo Peña
eroj@eroj.org
Director de ESPAÑA ROJA