Memorias de un cautiverio


(Recensión del libro Incomunicado
de Ángel Campillo)

por Lorenzo Peña


España Roja, Áurea y Púrpura
2018-09-27


Testimonio de una etapa de la militancia revolucionaria del autor, Ángel Campillo --alias «Miguel» y «Eduardo» o «Edu»-- es el libro Incomunicado: Ángel Campillo y el nacimiento del PCE(m-l)-FRAP, con prólogo de P. Solabarria, editado por Maité Campillo, hermana de Ángel (Editorial Templando el Acero, 3ª edición, junio de 2018).

Entre 1966 y 1969, Ángel fue secretario de organización del PCEml, así como miembro del comité ejecutivo y del secretariado del comité central de dicho partido.

En realidad el libro consta de dos partes desiguales. La primera es una serie de textos introductivos, en parte de la propia pluma de la editora literaria, Maité Campillo, en parte cartas, fragmentos de obras en las cuales se menciona la militancia de su difunto hermano y otros testimonios varios.

La segunda parte es lo escrito por el propio Ángel, un relato de su calvario desde que fue detenido en el sur de Francia por la policía gala en febrero de 1969 hasta el cumplimiento de la condena que le impuso el feroz Tribunal de Orden Público por asociación ilícita; un calvario en el que se suceden las torturas, las palizas, los despiadados y humillantes interrogatorios y muchas otras penalidades, sin faltar la desnutrición, el frío y la congoja. Mas, entre medias de esos episodios de sufrimiento, se traen, intercaladamente, a colación hechos pretéritos de la historia de la lucha de los pueblos contra el fascismo y el capitalismo, principalmente de la historia del movimiento comunista y obrero internacional.

Está escrito todo el libro en el estilo posnarrativo típico de un amplio espectro de la novela del siglo XX. Viene así excitada la capacidad comprensiva del lector, al cual incumbe deslindar lo que se narra de lo que se rememora; aquello de lo cual da testimonio directo el autor de aquello que él conoce por haberlo estudiado previamente. Saltos atrás, saltos adelante, incisos, disquisiciones agolpadas como en un torbellino, como en una pesadilla. Porque pesadilla fue, pero realmente vivida, el trecho vital de Ángel Campillo entre 1969 y 1972, ambos inclusive, entre comisarías policiales, cárceles y hospitales penitenciarios, resistiendo la brutalidad, la sordidez y la implacable trituración de la persona humana.

También están insertados recuerdos personales de épocas anteriores de la vida de Ángel, desde su mísera infancia en la provincia de León hasta su actividad de militante comunista en París.

Llama la atención lo muchísimo que Ángel consagra al año 1968, reseñando principalmente las peripecias de la agitación política y social en Francia, pero también en otros países, de Alemania a México, junto con los acontecimientos de Checoslovaquia. Es esa parte de su visión aquella en la cual nuestros desacuerdos fueron más fuertes ya entonces, hace medio siglo, y después; quizá ambos mantuvimos nuestra respectiva apreciación del significado de los acontecimientos de 1968, sólo que, en mi reconstrucción retrospectiva, yo he ido radicalizando la mía propia.

Ya en el momento mismo viví aquellos hechos con total falta de adhesión y nula sintonía (por motivos que he explicado en mi autobiografía política Amarga juventud: Un ensayo de egohistoria); mas la reconstrucción histórica de los hechos, tiempo después, me ha ido llevando a un enfoque muchísimo más negativo. Desde mi punto de vista, 1968 marca el fin de un ciclo ascendente de la lucha antiimperialista, aprovechando las contradicciones interimperialistas entre la Francia del general de Gaulle y el resto del campo imperialista, acaudillado por USA. En 1968 la lucha descarriló. Prueba de ello es que se atacó principalmente a dos regímenes que descontentaban a Washington: los de Francia y México. A la vez, lejos de apreciarse la entrada de tropas del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia como lo que era, una derrota momentánea de la expansión imperialista hacia el Este, se tildó esa justificada intervención como una invasión social-imperialista.

La Revolución Cultural china siguió haciendo estragos: los dirigentes de Pequín estaban dinamitando y dividiendo el movimiento antiimperialista, fragilizando así la gran lucha patriótica del pueblo vietnamita.

Pronto empezaron a verse los resultados de 1968. Francia abandonó sus pinitos de independencia, reconciliándose con el imperialismo yanqui (y, evidentemente, subordinándose a él); simbolizando de Gaulle la etapa del soberanismo galo, en 1969 fue reemplazado por el atlantista Pompidou --y un lustro después por el todavía más atlantista y reaccionario, el magnate y aristócrata Valéry Marie Giscard d'Estaing. China inició o acentuó su viraje, que llevará a Mao a aliarse con Nixon en 1972 (y, desde ese pacto Mao-Nixon, a secundar al imperialismo yanqui en África, Asia y América Latina).

Frente a esa visión crítica mía, Ángel conserva su mismo enfoque de entonces, una mirada entusiasmada, lo cual no le impide lamentar el posterior rumbo del partido comunista chino (sólo que sin ver en él una derivación de la propia Revolución Cultural y de los sucesos de 1968).

El final del relato de Ángel es una breve rememoración de la unificación, en octubre-diciembre de 1964, de los tres grupos marxistas-leninistas o prochinos que, a lo largo de los meses precedentes, se habían ido constituyendo escindidos del PCE: MOR, Proletario y La Chispa. Unos sucintos párrafos, en los cuales aparecen detalles que yo desconocía. Es de lamentar que no se prosiga, que casi nada se diga del PCEml después de diciembre de 1964. (Al parecer se han sustraído o destruido algunos apuntes manuscritos, ignorando yo cómo y por quién.)

En varios pasajes desliza Ángel su valoración de la que --a fuerza de intrigas y maniobras, explotando hábilmente la superioridad material que le deparaba su encumbrada posición social y económica-- fue erigiéndose en jefa fáctica del PCEml, doña Helena Ódena (Benigna Benita Ganuza Muñoz), funcionaria de la OMS (Organización Mundial de la Salud), sita en Ginebra, la cual, al final del decenio de los setenta, acabará imponiendo la expulsión de Ángel del partido, por motivos que nadie ha aclarado (yo, personalmente, los atribuyo a que, a causa de su desbordante egolatría, sentía rabiosos celos por los éxitos organizativos de Ángel en su trabajo en Vasconia).

Así, en la última página de su relato (p. 482 del libro) cuestiona a «los funcionarios de las organizaciones internacionales, como Elena Odena, a quienes los poderosos pagan bien para tenerlos contentos `aunque sea a la OMS' [...] viviendo [...] a cuerpo de rey».

En el mismo sentido abunda la coordinadora del volumen, Maité Campillo, recordando el remordimiento de su hermano por haber, en 1966, rescatado a doña Helena del apartamiento de hecho al cual la había condenado Paulino García Moya durante el corto período de su jefatura fáctica (de enero de 1965 a abril de 1966) (v. pp. 101-103). Recalca Maité la pésima impresión que le causó doña Helena cuando la conoció en alguna reunión, sin precisar lugar ni fecha --salvo que era fuera de España-- (posiblemente se trate de una reunión en París en 1966), confirmada por posteriores encuentros en la calle Libertad Nº 7 de Madrid (local del PCEml).

Nos dice: «[estaba] Elena Odena, entre otros `camaradas', sobre la que pude verificar un fondo de comportamiento rayano en lo estéril, egocéntrico e insípida arrogancia; sectarismo e intransigencia en las discusiones, que no siempre venía a cuento. Formó parte de la tortura psicológica que cebó impotencia contra auténticos cuadros históricos y su procedencia» (p. 113). Y agrega que Ángel se marchó del partido (entiendo que hacia 1980 ó 1981) «enfrentándose directamente con la que consideraba la principal culpable del desastre final del PCE(ml): Elena y sus acólitos, `los escuderos del círculo de la diana', solía decir, intentando dar calor al drama [...]» (p. 114).

Termina el libro con una serie de Anejos, que vienen a constituir adecuados testimonios de mujeres y hombres ligados a Ángel en una u otra etapa de su vida militante. Asimismo una colección de fotografías ayuda a evocar aquellos tiempos de lucha y esperanza.