Servir al pueblo
por Eladio Zújar
[Lorenzo Peña]
Vanguardia Obrera
(órgano del Comité Central del PCEml)
Nº 30. Noviembre de 1967, pág. 3,
[Amablemente reproducido por el blog
Gran Marcha Hacia el Comunismo]
El camarada Mao Tse-tung nos enseña: «Como tenemos la mente puesta en los intereses del pueblo y en los sufrimientos de la gran mayoría del mismo, morir por él es dar a nuestra muerte todo su significado». Esto quiere decir que los comunistas marxistas-leninistas debemos fijar nuestra atención en las penalidades que tienen que soportar las amplias masas trabajadoras en su vida cotidiana y que debemos encontrar ahí la más importante fuente de inspiración para el sacrificio revolucionario constante, para la abnegación y el heroísmo comunistas.
No siempre se aplica esta grandiosa enseñanza del camarada Mao Tse-tung. Algunos camaradas condenan al régimen capitalista en abstracto, pero no fijan su atención en la espantosa situación de pobreza y penalidades que sufren en España millones de jornaleros del campo, obreros industriales y campesinos. Otros camaradas, pertenecientes a estratos del proletariado urbano menos duramente explotados, o procedentes de capas pequeño-burguesas relativamente acomodadas, se preocupan más por los intereses y los problemas de los sectores sociales que ellos conocen de cerca, por vivir en su seno, que por los problemas mucho más angustiosos de las capas bajas del proletariado y del campesinado trabajador. Esto encierra una tendencia peligrosa que debemos corregir. Y no porque nuestro Partido no deba preocuparse por los problemas de estos sectores del pueblo; no: nuestro Partido debe velar por los intereses de todo el pueblo, es decir, los de la totalidad de la población española, a excepción de unas pocas decenas de oligarcas financieros y terratenientes, vendidos al imperialismo yanqui. Sólo siendo el adalid de las justas aspiraciones de todas las capas oprimidas y lesionadas por la dictadura yanqui-franquista, nuestro Partido podrá ser el forjador del Frente Democrático Nacional Revolucionario, que es preciso crear para llevar la revolución popular en nuestro país hasta la victoria.
Pero eso no significa que nuestro Partido defienda por igual, en la misma medida, los intereses de todos esos sectores. Nuestro Partido es el Partido de la clase obrera. Debe preocuparse por los intereses específicos y peculiares de la pequeña y mediana burguesía sólo en cuanto se trata de clases que interesa ganar como aliados estratégicos del proletariado en esta etapa de la revolución. Y debe dedicar particular atención a los problemas del semiproletariado y de la pequeña burguesía rural y urbana que tienen más intereses comunes con la clase obrera (campesinos pobres y pequeños, artesanos, ciertas capas de empleados modestos).
Ahora bien, en quienes debemos concentrar sobre todo nuestra atención (y también nuestra labor de educación, organización y movilización) es en las masas trabajadoras, proletarias y no proletarias, que encierran potencialmente un mayor espíritu de rebeldía revolucionaria, aquellas que sufren más duramente el yugo de la dictadura yanqui-franquista: los obreros agrícolas, los campesinos pobres, los obreros de la construcción, los mineros, los peones industriales, etc. Sólo apoyándonos resueltamente en esas capas laboriosas, que son las que no tienen prácticamente nada que perder (porque su situación es desesperada bajo el régimen fascista) nuestro Partido podrá desarrollarse como un Partido verdaderamente proletario e intrépidamente revolucionario, como un Partido de nuevo tipo, como la auténtica vanguardia obrera de la revolución popular.
E.Z