Aula de poesía Miguel Hernández
Págª mantenida por Lorenzo Peña
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Director de ESPAÑA ROJA, AMARILLA Y MORADA
Rimas escogidas de Gustavo Adolfo Bécquer
extractos seleccionados por Lorenzo Peña


¡No digáis que, agotado su tesoro
De asuntos falta, enmudeció la lira!
Podrá no haber poetas; pero siempre
¡Habrá poesía!


Mientras las ondas de la luz al beso
Palpiten encendidas;
Mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;


Mientras el aire en su regazo lleve
Perfumes y armonías,
Mientras haya en el mundo primavera,
¡Habrá poesía!


Mientras la ciencia a descubrir no alcance
Las fuentes de la vida,
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
Que al cálculo resista;


Mientras la humanidad siempre avanzando,
No sepa a dó camina;
Mientras haya un misterio para el hombre,
¡Habrá poesía!


Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llora sin que el llanto acuda
A nublar la pupila;


Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosiga;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡Habrá poesía!


Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;


Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa,
¡Habrá poesía!


Es cuestión de palabras y, no obstante,
Ni tú ni yo jamás,
Después de lo pasado, convendremos
En quién la culpa está

¡Lástima que el amor un diccionario
No tenga dónde hallar
Cuándo el orgullo es simplemente orgullo
Y cuándo es dignidad!

Los suspiros son aire, y van al aire,
Las lágrimas son agua, y van al mar.
¡Dime, mujer! Cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?


Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
Y otra vez con el ala a tus cristales
Jugando llamarán;

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar,
Y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
Sus flores abrirán;

Pero aquellas cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer como lágrimas del día...
Ésas...¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
Las palabras ardientes a sonar;
Tu corazón de su profundo sueño
Tal vez despertará;

Pero, mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Como yo te he querido..., ¡desengáñate:
Así no te querrán!