Págª mantenida por Lorenzo Peña

Aula de poesía Miguel Hernández
Nicolás Guillén

Obra poética,
La Habana: Editorial Letras Cubanas, 1980, 2 vols.
extractos seleccionados por Lorenzo Peña



Negro Bembón

¿Po qué te pone tan brabo
cuando te disen negro bembón,
si tiene la boca santa,
nego bembón?


Bembón así como ere
tiene de to;
Caridá te mantiene,
te lo da to.


Te queja todabía,
negro bembón;
sin pega y con harina,
negro bembón,
majagua de dri blanco,
negro bembón;
sapato de do tono,
negro bembón...


Bembón así como ere,
tiene de to;
Caridá te mantiene,
te lo da to.


La canción del bongó

Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
Unos dicen: ahora mismo,
otros dicen: Allá voy.

Pero mi repique bronco,
pero mi profunda voz,
convoca al negro y al blanco,
que bailan el mismo son;

cueripardos y almiprietos
más de sangre que de sol,
pues quien por fuera no es noche,
por dentro ya oscureció.

Aquí el que más fino sea,
responde, si llamo yo.
En esta tierra, mulata
de africano y español

(Santa Bárbara de un lado,
del otro lado, Changó),
siempre falta algún abuelo,
cuando no sobra algún Don

y hay títulos de Castilla
con parientes en Bondó:
vale más callarse, amigos,
y no menear la cuestión;

porque venimos de lejos,
y andamos de dos en dos.
Aquí el que más fino sea,
responde si llamo yo.

Habrá quien llegue a insultarme,
pero no de corazón;
habrá quien me escupa en público,
cuando a solas me besó...

A ése, le digo: Compadre,
ya me pedirás perdón,
ya comerás de mi ajiaco,
ya me darás la razón;

ya me golpearás el cuero,
ya bailarás a mi voz,
ya pasearemos del brazo,
ya estarás donde yo estoy.

Ya vendrás de abajo arriba,
¡que aquí el más alto soy yo!


Fusilamiento

Van a fusilar
a un hombre que tiene los brazos atados.
Hay cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que está amarrados,
lo mismo que el hombre amarrado que van
a matar.

¿Puedes escapar?
¡No puedo correr!
¡Ya van a tirar!
¡Qué vamos a hacer!
Quizá los rifles no estén cargados...
¡Seis balas tienen de fiero plomo!
¡Quizá no tiren esos soldados!
¡Eres un tonto de tomo y lomo!


Tiraron
(¿Cómo fue que pudieron tirar?)
Mataron.
(¿Cómo fue que pudieron matar?)
Eran cuatro soldados
callados,
y les hizo una seña, bajando su sable,
un señor oficial;
eran cuatro soldados
atados,
lo mismo que el hombre que fueron
los cuatro a matar.


Son del desahucio

El alquiler se cumplió:
te tienes que mudar;
ay, pero el problema es serio,
muy serio,
pero el problema es muy serio,
porque no hay con qué pagar.


Si encuentras cuarto vacío,
te tienes que mudar,
y si acaso no lo encuentras,
te tienes que mudar.


Si el dueño dice: «Lo siento»,
te tienes que mudar;
pero si no dice nada,
te tienes que mudar.


Como quiera, como quiera,
te tienes que mudar;
con dinero, sin dinero,
te tienes que mudar;
donde sea, como sea,
te tienes que mudar,
te tienes que mudar,
¡te tienes que mudar!

Calma, mi compadre, calma,
vamos los dos a cantar,
que llegue el casero ahora,
él nos podrá acompañar.

--Escuche, amigo casero,
ayer me citó el Juzgado,
y dije que no he pagado
porque no tengo dinero,
y estoy parado.
Yo no me voy a la calle,
porque la lluvia me moja;
venga usted, casero, y diga,
diga,
venga usted, casero, y diga,
diga,
si va a curarme el catarro,
si va a curarme el catarro,
después que el agua me coja.

Conozco hoteles vacíos
y casas sin habitantes:
¿cómo voy a estar de pie,
con tantos puestos vacantes?
Calma, mi compadre, calma,
vamos los dos a cantar;
que llegue el casero ahora,
él nos podrá acompañar.


¿Es que a usted lo achica el miedo?
No, señor;
a mí no me achica el miedo,
y aquí me quedo,
sí, señor,
y aquí me quedo,
sí, señor,
y aquí me quedo...



ESPAÑA, Poema en cuatro angustias y una esperanza

ANGUSTIA PRIMERA
Miradas de metales y de rocas

No Cortés, ni Pizarro
(aztecas, incas, juntos halando el doble carro)
Mejor sus hombres rudos
saltando el tiempo. Aquí, con sus escudos.
Aquí, con sus callosas, duras manos;
remotos milicianos
al pie aquí de nosotros,
clavadas las espuelas en sus potros;
aquí al fin con nosotros,
lejanos milicianos,
ardientes, cercanísimos hermanos.


Los hierros tumultuosos
de lanzas campeadoras;
las espadas, que hundieron su punta en las auroras;
las grises armaduras,
los ingenuos arcabuces fogosos,
los clavos y herraduras
de las esquinas finas patas conquistadoras;
los cascos, las viseras,
las gordas rodilleras,
todo el viejo metal imperialista
corre fundido en aguas quemadoras,
donde soldado, obrero, artista,
las balas cogen para sus ametralladoras.


No Cortés, ni Pizarro
(incas, aztecas, juntos halando el doble carro).
Mejor, sus hombres rudos
saltando el tiempo. Aquí, con sus escudos.


¡Miradla, a España rota!
Y pájaros volando sobre ruinas,
y el fachismo y su bota,
y faroles sin luz en las esquinas,
y los puños en alto,
y los pechos despiertos,
y obuses estallando en el asfalto
sobre caballos ya definitivamente muertos;
y lágrimas marinas,
saladas, curvas, chocando contra todos los puertos;
y gritos que se asoman a las bocas
y a los ojos coléricos, abiertos, bien abiertos,
miradas de metales y de rocas.


ANGUSTIA SEGUNDA

Tus venas, la raíz de nuestros árboles

La raíz de mi árbol retorcida;
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
bebiendo sangre, húmeda de sangre,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo lo siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol.
Yo la siento,
la raíz de mi árbol, de tu árbol,
de todos nuestros árboles,
la siento
clavada en lo más hondo de mi tierra,
clavada allí, clavada,
arrastrándome y alzándome y hablándome,
gritándome.

La raíz de tu árbol, de mi árbol.
En mi tierra, clavada,
con clavos ya de hierro,
de pólvora, de piedra,
y floreciendo en lenguas ardorosas,
y alimentando ramas donde colgar los pájaros cansados,
y elevando sus venas, nuestras venas,
tus venas, la raíz de nuestros árboles.


ANGUSTIA TERCERA
Y mis huesos marchando en tus soldados

La muerte disfrazada va de fraile.
Con mi camisa trópico ceñida,
pegada de sudor, mato mi baile,
y corro tras la muerte por tu vida.


Las dos sangres de ti que en mí se juntan,
vuelven a ti, pues de ti vinieron,
y por tus llagas fúlgidas preguntan.
Secos veré a los hombres que te hirieron.


Contra cetro y corona y manto y sable,
pueblo, contra sotana, y yo contigo,
y con mi voz para que el pecho te hable.
Yo, tu amigo, mi amigo; yo, tu amigo.


En las montañas grises; por las sendas
rojas; por los caminos desbocados,
mi piel, en tiras para hacerte vendas,
y mis huesos marchando en tus soldados.


ANGUSTIA CUARTA
Federico

Toco a la puerta de un romance.
--¿no anda por aquí Federico?
Un papagayo me contesta:
--Ha salido.


Toco a una puerta de cristal.
--¿No anda por aquí Federico?
Viene una mano y me señala:
--Está en el río.

Toco a la puerta de un gitano.
--¿No anda por aquí Federico?
Nadie responde, no habla nadie...
--¡Federico! ¡Federico!

La casa oscura, vacía;
negro musgo en las paredes;
brocal de pozo sin cubo,
jardín de lagartos verdes.

Sobre la tierra mullida
caracoles que se mueven,
y el rojo viento de julio
entre las ruinas, meciéndose.

¡Federico!
¿Dónde el gitano se muere?
¿Dónde sus ojos se enfrían?
¡Dónde estará, que no viene!

(Una canción)

Salió el domingo, de noche,
salió el domingo, y no vuelve.
Llevaba en la mano un lirio,
llevaba en los ojos fiebre;
el lirio se tornó sangre,
la sangre tornóse muerte.

(Momento en García Lorca)

Soñaba Federico en nardo y cera,
y aceituna y clavel y luna fría.
Federico, Granada y Primavera.


En afilada soledad dormía,
al pie de sus ambiguos limoneros,
echado musical junto a la vía.

Alta la noche, ardiente de luce
arrastraba su cola transparente
por todos los caminos carreteros.

«¡Federico!», gritaron de repente,
con las manos inmóviles, atadas,
gitanos que pasaban lentamente.
¡Qué voz la de sus venas desangradas!
¡Qué ardor el de sus cuerpos ateridos!
¡Qué suaves sus pisadas, sus pisadas!

Iban verdes, recién anochecidos;
en el duro camino invertebrado
caminaban descalzos los sentidos.

Alzóse Federico, en luz bañado.
Federico, Granada y Primavera.
Y con luna y clavel y nardo y cera,
los siguió por el monte perfumado.

LA VOZ ESPERANZADA

Una canción alegre flota en la lejanía

¡Ardiendo, España, estás! Ardiendo
con largas uñas rojas encendidas;
a balas matricidas
pecho, bronce oponiendo,
y en ojo, boca, carne de traidores hundiendo
las rojas uñas largas encendidas.

Alta, de abajo vienes,
a raíces volcánicas sujeta;
lentos, azules cables con que tu voz sostienes,
tu voz de abajo, fuerte, de pastor y poeta.

Tus ráfagas, tus truenos, tus violentas
gargantas se aglomeran en la oreja del mundo;
con pétreo músculo violentas
el candado que cierra las cosechas del mundo.

Sales de ti; levantas
la voz, y te levantas
sangrienta, desangrada, enloquecida,
y sobre la extensión enloquecida
más pura te levantas, te levantas.

Viéndote estoy las venas
vaciarse, España, y siempre volver a quedar llenas;
tus heridos risueños;
tus muertos sepultados en parcelas de sueños;
tus duros batallones,
hechos de cantineros, muleros y peones.

Yo,
hijo de América,
hijo de ti y de Africa,
esclavo ayer de mayorales blancos
dueños de látigos coléricos;
hoy esclavo de rojos yanquis azucareros y voraces;
yo chapoteando en la oscura sangre en que se mojan
mis Antillas;
ahogado en el humo agriverde de los cañaverales;
sepultado en el fango de las cárceles;
cercado día y noche por insaciables bayonetas;
perdido en las florestas ululantes de las islas
crucificadas en la cruz del Trópico;

yo, hijo de América,
corro hacia ti, muero por ti.
Yo, que amo la libertad con sencillez,
como se ama a un niño, al sol, o al árbol plantado
frente a nuestra casa;
que tengo la voz coronada de ásperas selvas milenarias,
y el corazón trepidante de tambores,
y los ojos perdidos en el horizonte,
y los dientes blancos, fuerte y sencillos para tronchar raíces
y morder frutos elementales;
y los labios carnosos y ardorosos
para beber el agua de los ríos que me vieron nacer,
y húmedo el torso por el sudor salado y fuerte
de los jadeantes cargadores en los muelles,
los picapedreros en las carreteras,
los plantadores de café y los presos que trabajan
desoladamente,
inútilmente en los presidios sólo porque han querido
dejar de ser fantasmas;
yo os grito con voz de hombre libre que os acompañaré,
camaradas;
que iré marcando el paso con vosotros,
simple y alegre,
puro, tranquilo y fuerte,
con mi cabeza crespa y mi cuerpo moreno,
para cambiar unidos las cintas trepidantes de vuestras
ametralladoras,

y para arrastrarme, con el aliento suspendido,
allí, junto a vosotros,
allí donde ahora estáis, donde estaremos,
fabricando bajo un cielo ardoroso agujereado por
la metralla,
otra vida sencilla y ancha,
limpia, sencilla y ancha,
alta, limpia, sencilla y ancha,
sonora de nuestra voz inevitable.

Con vosotros, brazos conquistadores
ayer, y hoy ímpetu para desbaratar fronteras;
manos para agarrar estrellas resplandecientes y remotas,
para rasgar cielos estremecidos y profundos;
para unir en un mazo las islas del Mar del Sur
y las islas del Mar Caribe;
para mezclar en una sola pasta hirviente la roca y el agua
de todos los océanos;
para pasear en alto, dorada por el sol de todos
los amaneceres;

para pasear en alto, alimentada por el sol de todos
los meridianos;
para pasear en alto, goteando sangre del ecuador y de los
polos;
para pasear en alto como una lengua que no calla,
que nunca callará,
para pasear en alto la bárbara, severa, roja, inmisericorde,
calurosa, tempestuosa, ruidosa,
¡para pasear en alto la llama niveladora y segadora de la Revolución!


¡Con vosotros, mulero, cantinero!
¡Contigo, sí, minero!
¡Con vosotros, andando,
disparando, matando!
¡Eh, mulero, minero, cantinero,
juntos, aquí, cantando!

(Una canción en coro)

Todos el camino sabemos;
están los rifles engrasados;
están los brazos preparados:
¡Marchemos!


Nada importa morir al cabo,
pues morir no es tan gran suceso;
¡malo es ser libre y estar preso,
malo, estar libre y ser esclavo!


Hay quien muere sobre su lecho,
doce meses agonizando,
y otros hay que mueren cantando
con diez balazos sobre el pecho.


Todos el camino sabemos;
están los rifles engrasados;
están los brazos avisados:
¡Marchemos!

Así hemos de ir andando,
severamente andando, envueltos en el día
que nace. Nuestros recios zapatos, resonando,
dirán al bosque trémulo: «¡Es que el futuro pasa!»
Nos perderemos a lo lejos... Se borrará la oscura masa
de hombres, pero en el horizonte todavía
como en un sueño, se nos oirá la entera voz vibrando:

...El camino sabemos...
...Los rifles engrasados...
...Están los brazos avisados...


¡Y la canción alegre flotará
como una nube sobre la roja
lejanía!


CANCIÓN PUERTORRIQUEÑA

¿Cómo estás, Puerto rico,
tú de socio asociado en sociedad?
al pie de cocoteros y guitarras,
bajo la luna y junto al mar,
¡qué suave honor andar del brazo,
brazo con brazo del Tío Sam!


¿En qué lengua me entiendes,
en qué lengua por fin te podré hablar,
si en yes,
si en sí,
si en bien,
si en well,
si en mal,
si en bad, si en very bad?


Juran los que te matan
que eres feliz... ¿Será verdad?
Arde tu frente pálida,
la anemia en tu mirada logra un brillo fatal;
masticas una jerigonza
medio española, medio slang;
de un empujón te hundieron en Corea,
sin que supieras por quién ibas a pelear,
si en yes,
si en sí,
si en bien,
si en well,
si en mal,
si en bad, si en very bad!


Ay, yo bien conozco a tu enemigo,
el mismo que tenemos por acá,
socio en la sangre y el azúcar,
socio asociado en sociedad:
United States and Puerto Rico
es decir New York City with San Juan,
Manhattan y Borinquen, soga y cuello,
apenas nada más...
No yes,
no sí,
no bien,
no well,
sí mal,
sí bad, sí very bad!


TRES CANCIONES CHINAS

Hacia China quisiera partir,
para hablar con el viejo dragón...
--¿Con el viejo dragón?
Es inútil partir:
El dragón ha partido en avión.

Una pipa de sueño fumar
y en el humo olvidar mi dolor...
--¿Olvidar tu dolor?
Es inútil fumar:
Despertar a la vida es mejor.

¡Oh volver nuevamente, volver,
dueño huraño, a mis siembras de arroz!
--¿A tus siembras de arroz?
Es inútil volver:
Sembró en ellas el pueblo su voz.
Entre lotos marchitos bogar
y añorar su pasado esplendor...
--¿Su pasado esplendor?
Es inútil bogar:
Mira el loto: decora un tractor.



TOROS

Corrida sobresaliente y divertida en beneficio del segundo espada Juan Voltaire, torero francés. Los espectadores van a tener un rato alegre con las muertes que se ejecutarán, porque Pedro Gutiérrez dará el gran salto por encima de un toro, en otro pondrá las banderillas de nueva invención desde lo alto de un taburete, y por primera vez servirá a este digno pueblo matando el sexto toro. El Beneficiado matará el segundo toro con un par de grilletes y el cual se burlará de su fiereza bailando La Cucaracha sobre una mesa al compás de la música con castañuelas. Nota del Editor


























Nota del Editor [cubano]

El sentido de este anuncio es oscuro. Sin embargo, a nuestro parecer, quiso su redactor decir que el torero, más o menos impedido de movimientos por un par de grillos, llevaría a buen término, aunque no sin riesgo y heroica temeridad, la triste muerte del indefenso animal, no que lo ultimara a grillazos. Por último hubiera sido terriblemente monstruoso que dichos grillos se los pusieran al toro.