RIEGO Y NÚÑEZ, RAFAEL DEL (1785-1833)
Natural de Santa María de Tuñas (Oviedo), moriría en el cadalso por orden de Fernando VII.
Habiendo ingresado en la Guardia de Corps, peleó valientemente en la Guerra de la Independencia, militando en el regimiento de Asturias.
Cautivado por el invasor napoleónico en la batalla de Espinosa de los Monteros, se lo llevaron preso a Francia, cuyo idioma aprendió.
Apesadumbrado --como tantísimos otros patriotas-- por la reacción absolutista de Fernando VII, el Coronel Rafael del Riego se levantó en armas contra el tirano en Cabezas de San Juan (provincia de Sevilla) el 1 de enero de 1820, exigiendo proclamar la Constitución de 1812.
El pueblo secundó su pronunciamiento. Motines populares llevaron a la proclamación de la Constitución en La Coruña, Barcelona, Zaragoza, Pamplona, La Mancha y finalmente en Madrid.
El taimado Fernando fingió dar su aquiescencia. El 9 de marzo mandó suprimir el Tribunal de la Inquisición `poniéndose inmediatamente en libertad a todos los presos que estén en sus cárceles por opiniones políticas o religiosas'. Es más: el déspota borbónico llegó al extremo de agasajar y abrazar en público al Coronel Riego --ascendido a General--, convertido en héroe e ídolo de las muchedumbres liberales y patrióticas.
Al producirse la nueva invasión francesa de 1823 --que restauró el trono absoluto de Fernando VII e inauguró la Ominosa Década: 1823-33--, el Rey mandó sentenciar al General Riego a la pena capital. Tras ser arrastrado por las calles de Madrid, Riego fue ahorcado en la Plaza de la Cebada.