Y no deja tampoco a los demás en paz. Cuando el verdugo del pueblo congoleño (o «zairés»), y conocido agente de los colonialistas europeos, Mobutu, estuvo en un aprieto en 1977-78, al toque de rebato de la intervención imperialista para apuntalar al gobierno de Kinshasa uniéronse, además de las tropas francesas y belgas, las de nuestro Jasán y las del régimen antipopular de Egipto. Si Jasán, perro guardián de los intereses euro-yanquis, no deja en paz a los otros, no veo razón para callarme yo sobre sus crímenes.
El número 1 del boletín Al-Higra, de la Asociación de inmigrantes marroquíes en nuestra Patria, recoge unas escalofriantes declaraciones de un alemán apolítico que --por meros contactos ocasionales, motivados, al parecer, por curiosidad más que nada-- tuvo que sufrir un espantoso calvario del cual se vio a la postre libre sólo gracias a la intervención personal del Presidente de la República Federal de Alemania. ¡Ah, pero esos señores neocolonialistas interceden así únicamente por los de sus propios «países», claro! Lo que les reprochan a sus testaferros como Jasán es que, al desempeñar la tarea encomendada, se pasen de rosca dando alguna vez palos también a gente del NORTE.
Del Norte o del Sur, todos son hermanos nuestros. Pero más hermanos de los españoles que cualesquiera otros son los marroquíes, por todos los vínculos históricos y geográficos que con ellos tenemos desde hace miles de años.
De ahí que hayamos de expresar de maneras más fuertes nuestra solidaridad fraternal con presos de conciencia como Alí Idrissi Kaituni, pintor y poeta, de 32 años, condenado a 15 años de presidio por los esbirros de Jasán por haber publicado un librito de poemas, l'Étincelle, que denunciaba la injusticia social. O como Abderrahmán Nuda (hasta su nombre de pila nos dice algo, ¡y mucho!, a todos los españoles, ¿no?), uno de los 21 inculpados por delitos de lesa majestad condenados, por ello, a 30 años de reclusión en 1977.
Y lo de reclusión es un auténtico eufemismo tratándose de las mazmorras de la monarquía alauita. No sé dónde quepa encontrar --en relatos, tal vez, sobre las ergástulas donde se encerraba, bajo el Imperio Romano, a los esclavos fugitivos-- descripciones parecidas a las de las prisiones de nuestro país vecino y hermano.
Pero Jasán y sus amigos (y en España los tiene, en lo más alto, naturalmente) van a enterarse de que somos unos cuantos quienes no estamos dispuestos a callar sobre todo eso y estamos decididos a acrecentar nuestra denuncia. Cuantos más seamos, menos fácil les será acallarnos. Si, en el propio Marruecos, los trabajadores elevan su unidad de lucha --como lo han hecho p.ej. con ocasión del 1º de Mayo (con una orientación expresamente antimonárquica y de solidaridad con el pueblo iraquí)--, lo propio hemos de hacer todos cuantos deseamos, de un modo u otro, sumarnos a esa lucha o ser copartícipes de la misma, por lo menos en alguna medida. Y, desde luego, eso va unido a luchar porque nuestros hermanos, los trabajadores marroquíes, puedan venir, vivir y quedarse libremente aquí. Ahora y después también.
Artículo publicado en Vanguardia Obrera Nº 758, semana del 8 al 14 de mayo de 1991.volver al cuerpo principal del documento
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Director: Lorenzo Peña
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