Pugna el EZLN por una modernidad alternativa, señala Fausto Bertinotti
Guillermo AlmeyraNota al pie 8_1
Fausto Bertinotti es diputado tanto en el Parlamento italiano como en el europeo y ha sido durante 30 años dirigente sindical antes de ocupar el cargo de secretario general de Rifondazione Comunista que, con sus 35 diputados nacionales y 11 senadores, es vital para la supervivencia del gobierno de Romano Prodi. Bertinotti llegó el domingo de Cuba, donde se entrevistó con Fidel Castro, y viaja el lunes a Chiapas. Le entrevistamos en forma exclusiva en el Distrito Federal en las pocas horas que permaneció en esta capital.
-- ¿Qué ha llevado a Rifondazione a preocuparse por el problema zapatista y a encabezar incluso una manifestación nacional en Italia y diversas acciones paneuropeas por la paz en Chiapas?
El dirigente respondió que la lucha zapatista forma parte de una nueva fase de desarrollo del capitalismo y de las contradicciones de la misma, y expresa también el surgimiento de nuevos sujetos que nacen de dichas contradicciones. México es un país de frontera entre el Tercer Mundo y el primero, y Chiapas es una región rica y pobre a la vez de esta realidad mexicana.
«El surgimiento en una región periférica de una lucha como la zapatista no es una demostración del pasado que se niega a perecer, no es sólo la expresión de antiguas luchas campesinas, sino que es una expresión de lucha por otra modernidad, alternativa. Por eso el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) recurre a las más modernas formas del capitalismo, como la comunicación de masas, y consigue, como el capital mismo, apelar a la imaginación en todos los países del mundo. La lucha zapatista no solamente es esencial para resolver los problemas indígenas y de Chiapas, sino que tiene gran interés porque demuestra que hay nuevas fuerzas que exigen ser protagonistas de su propio destino».
Respecto de la ley Helms-Burton y la oposición italiana y europea a la misma, el líder italiano (la más importante personalidad política de la izquierda europea que ha visitado nuestro país) expresó que «es necesario oponerse a ésta mediante la vía maestra de la construcción de movimientos populares para que esta pretensión inadmisible de estrangular a Cuba sea derrotada. La Helms-Burton es particularmente intolerable cuando los propios cubanos están intentando construir su propia salida independiente de esta crisis económica y de sus mismos errores anteriores.
«Hoy surgen importantes consecuencias de la misma mundialización. Una de ellas es el cambio en la actitud de la Iglesia católica, demostrada en el recibimiento de Fidel Castro en el Vaticano y en la decisión papal de viajar a Cuba. Esto no es un elemento coyuntural, porque el Papa mismo fue protagonista de la lucha contra los regímenes de Europa oriental y contra todas las formas políticas (incluso internas, como la teología de la liberación) que expresaban el llamado socialismo de esos gobiernos.
«Ahora, frente a la mundialización de la economía, a los desastres provocados por el mercado y al derrumbe del llamado socialismo real, la Iglesia se opone a los valores neoliberales y encuentra incluso en Castro un interlocutor.
«Europa está discutiendo su futuro mismo, su destino y defiende elementos fundamentales de civilización negados por el neoliberalismo. Por lo tanto, debe defender también la legalidad internacional contra los intentos de Estados Unidos de extender su legislación interna a todos los países.
«En cuanto al gobierno italiano, si bien tiene una actitud correcta frente a Cuba, debería ser más audaz. Debería, por ejemplo, ocupar el vacío dejado por España en lo que respecta a La Habana, pues Aznar convirtió a su país en el agente estadunidense en Europa. Italia, por el carácter de su gobierno y por su propia vocación, debería ocupar ese vacío así creado e impulsar a Europa para que ésta estimule formas de cooperación con Cuba y alce la voz frente a Washington».
-- Massimo D'Alema, secretario general del Partido Democrático de Izquierda de Italia, ha dicho que en el mundo hay sólo tres comunistas: Bertinotti, Castro y Marcos. Fidel no acepta el pluralismo político y su partido único está fusionado con el Estado y es monolítico; Marcos no cree en los partidos y dirige una guerrilla, ¿cuáles son pues los puntos de convergencia y de divergencia con ellos?
«En todo el mundo y en Europa misma surgen nuevas formas de antagonismo al capital. D'Alema trata de ver a los hombres como herederos del pasado e intenta catalogarlos en vez de ver las nuevas razones que llevan a movimientos y personas a renovarse, a evolucionar y a buscar el comunismo en la lucha contra el capitalismo actual, que incluye los balances de las derrotas y errores del pasado. Lo importante es ver el pluralismo en la investigación, en la innovación, las transformaciones producidas en las conciencias por los cambios de época. No tenemos que dividir a los movimientos por sus relaciones con el pasado sino que, por el contrario, hay que pensar juntos sobre cómo enfrentar las consecuencias de la mundialización, llegando a formas de cooperación con las fuerzas antagónicas al capital en otras partes del mundo para superar las estrechas bases nacionales, ya que el neoliberalismo afecta terriblemente al Tercer Mundo, pero también destruye la civilización en los países industrializados.
«El comunismo no murió en 1989, sino que, por el contrario, la mundialización lleva a su renacimiento bajo nuevas formas que cada uno debe encontrar en su propia raíz nacional, renovando incluso la historia concreta de la cual proviene. Proponemos un retorno a Marx, pero no de modo dogmático, sino como punto más alto del pensamiento político, analizando la actual transformación capitalista para indagar incluso sobre las derrotas del pasado y recuperar un pensamiento crítico que se oponga al pensamiento único que quiere imponer el capital».
Bertinotti insistió en que «los Estados nacionales han sido golpeados por la mundialización, y se pasa del gobierno de las fuerzas políticas al de los centros de poder económico, nacionales (como los bancos) o internacionales. El Estado europeo moderno se construyó sobre la base del consenso logrado mediante el Estado del bienestar, y ahora la mundialización le exige al Estado que acabe con el Welfare State. Europa está gobernada por los bancos centrales y éstos por la Bundesbank. El poder ha salido de las manos de los Estados. Es impensable, por lo tanto, reducirse a la mera defensa del Estado nacional».
«Las luchas deben ser nacionales, pero deben tener por lo menos una dimensión regional para tener alguna posibilidad. Por ejemplo, en Europa hay que oponer una alternativa al Tratado de Maastricht de integración económica, y eso no se puede hacer en escala solamente local. Por eso Rifondazione busca tener relaciones en México, en el Tercer Mundo, en el Mediterráneo, en América Latina».
El diputado italiano expresó que «la crisis mundial de los sindicatos es la crisis de los espacios reformistas. O ellos reinventan el conflicto social, el protagonismo de las masas, o se hunden en la concertación y la idea de la compatibilidad renunciando no sólo a nuevas conquistas sino también a la posibilidad de defender las condiciones mínimas de vida de los trabajadores.
«Incluso en momentos de aumento de la producción y de la productividad disminuye la ocupación y se reducen los salarios reales. Las empresas se quedan con todo aumento de productividad, se niegan a toda redistribución de sus ganancias que aumentan, mientras los sindicatos se integran en un Estado cada vez más débil y más autoritario. Por eso crecen dentro y fuera de los sindicatos oficiales organizaciones y expresiones críticas que aún no tienen fuerzas para dirigir a los movimientos obreros, a la defensiva y muy golpeados».
«Por lo tanto, más que dirigir el centro de la lucha contra las direcciones sindicales funcionales al capital hay que ver sobre todo cómo dar eficacia a las luchas sociales. Por ejemplo, es necesario establecer una cooperación internacional para reducir el horario de trabajo, frenar la desocupación, establecer tutelas sociales (oposición al trabajo de los menores, defensa de la jornada laboral, salarios dignos, libertades sindicales), recomponer la unidad entre los sectores sociales que el capitalismo divide (ocupados y desocupados, trabajadores fijos y precarios, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres) y basarse para ello en el territorio, más que en las empresas».
«Por último, es necesario mantener la independencia sindical con relación a los partidos, pero proponiéndose lograr influencia y desenlaces políticos, pues la lucha por la democracia en cada país es la base de la lucha por una alternativa al capital mundializado.»