LINO ORAMAS<20>Nota 12_1
El señor Nicholas Burns, vocero del Departamento de Estado norteamericano, evidentemente se ha convertido en un discípulo aventajado, y da muestras de haber aprendido cómo ganarse la simpatía de su futuro mentor. Después que como papagayo mayor se ha dedicado, entre otras funciones, a difamar sobre Cuba cada vez que tiene oportunidad, ahora quiere cambiar las plumas y volar a Europa como representante de su gobierno.
Pero ascender al mundo diplomático norteamericano tal como están las cosas en el Congreso, quiere decir recibir la bendición de Jesse Helms en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. Si no, que se lo pregunten a William Weld, que aunque republicano y gobernador de Massachusetts, no cuenta con el favor del Presidente de dicho Comité para ser nombrado embajador en México y ahí está, esperando a ver si finalmente dan resultado las gestiones de un grupo de sus congéneres y hasta del propio William Clinton, un mandatario, que por demás tiene atadas las manos y cede ante las presiones de la mayoría congresional republicana.
De sobra es conocido que la situación de las relaciones con Cuba ha sido ensombrecida por recientes medidas aprobadas en el Capitolio para endurecer aún más el bloqueo y la ley Helms-Burton, y que el propio gobierno no muestra interés en que haya un cambio significativo.
Pero ello no niega que se mantengan otros pasos como la celebración de una nueva ronda de las conversaciones migratorias entre Cuba --cuya seriedad en el cumplimiento de sus compromisos es reconocida hasta en las esferas de la Casa Blanca-- y Estados Unidos.
En contraste, Burns ejecutó música para los oídos de los extremistas de origen cubano radicados en el sur de la Florida, para decirlo más o menos como lo calificó un corresponsal de AFP, que hizo notar en su despacho lo desproporcionado entre el lenguaje contra Cuba y las advertencias a quienes se disponían a violar leyes de los propios EE.UU., a los que dejó entrever su apoyo descaradamente.
No se puede olvidar que este mismo señor es quien ha insistido en que el bloqueo no tiene incidencia en la falta de medicinas en Cuba y como un desequilibrado ha culpado de ello al gobierno cubano que, según reconocen organismos internacionales, se halla entre los mejor ubicados del mundo subdesarrollado en cuanto a la asistencia humana en general a los habitantes del país.
La falta de ética para un funcionario oficial traspasó sus extremos también al responder a periodistas la semana pasada sobre una supuesta «filtración de inteligencia» aparecida en el diario The Washington Times donde se aseguraba que Cuba ha instalado plataformas rodantes de cohetes en zonas cercanas a la base naval de Guantánamo.
Sin dudarlo un instante, el ansioso vocero aprovechó la ocasión para asumir el papel de guapo de taberna y lanzar contra nuestro país ridículas y soeces bravuconerías que, por otra parte, no pudieron sustentar objetivamente las supuestas «filtraciones».
Grotesco como guapetón, no solo deja esa impresión, sino que pone en ridículo a su propio gobierno, con su falta de argumentos y la torpeza con que se dirige a la opinión pública.
Aparte de que parece que a Burns le ha resultado escaso el caudal de injurias que a lo largo de su veloz carrera como vocero ha dicho contra nuestro país y ha optado por aliarse con la extrema derecha norteamericana y los acólitos de la mafia anticubana para su beneficio personal.
Este es el camino que halló para su proyectado vuelo a Grecia donde aspira a ser embajador de su gobierno.