Jesús Albarracín y Pedro Montes
Un análisis de una Asamblea dominada desde el principio al fin por la cuestión de las candidaturas debe comenzar por exponer los resultados de la elección de los miembros del Consejo Político Federal (CPF) designados por la Asamblea.
De un censo de 1.500 delegados, se acreditaron 1.370 y participaron en la elección al CPF 1.286. De ellos, 112 fueron blancos, un voto políticamente significativo, de rechazo por diferentes motivos a la lista de la mayoría federal encabezada por Julio Anguita, que recibió 966 votos. La candidatura del Espacio Alternativo obtuvo 108 votos y 102 la lista de la llamada Tercera Vía. De los 89 miembros del CPF elegidos, la mayoría logró 73 (82%), y cada una de las otras dos listas 8 miembros (9%).
Para sacar conclusiones sobre lo que la V Asamblea ha significado y lo que cabe esperar en el futuro, es conveniente valorar lo que cada una de estas opciones representa y el peso de cada una de ellas en la organización.
Tras la expulsión del PDNI (partido favorable a Maastricht, a lograr acuerdos con el PSOE a cualquier precio, que apoya a las direcciones de los sindicatos y a los pactos firmados sobre abaratamiento y facilidades al despido y sobre la reducción de las pensiones), el espectro político de IU no se ha reducido significativamente. La Tercera Vía, con un importante apoyo del sector oficialista de CC.OO., ocupa por la derecha prácticamente el mismo espacio político que el PDNI, con la diferencia que hasta ahora, quizás por la presencia de ese partido, no ha expuesto de un modo abierto sus posiciones ni ha actuado con el mismo grado de deslealtad hacia la organización.
El tiempo dirá si esta corriente, dispersa e irregularmente implantada, defenderá con lealtad sus posiciones dentro de IU o desempeñará en el futuro el papel que ha venido haciendo el PDNI, socavando la imagen pública de IU y realizando en última instancia un trabajo sucio a favor del PSOE. Hay indicios preocupantes (decisiones de algunos cargos públicos de Madrid), pero, además, en toda la crisis pasada de IU late un problema de fondo: la lucha política que está teniendo lugar entre la izquierda resignada y la izquierda con afán de lucha, que se libra tanto en el campo político como sindical. Lo que suceda en el futuro de IU, y en particular el comportamiento de la Tercera Vía, no será ajeno a las opciones políticas de algunos dirigentes del sector oficial de CC.OO., entre otros el Secretario General Gutiérrez, quienes denuncian imaginarias intervenciones de IU y el PCE en CC.OO. pero, sin recato alguno, han puesto al sindicato al servicio del PDNI o de la Tercera Vía.
Cabe valorar que los resultados de la Tercera Vía en la Asamblea, aunque superan sus previsiones y representación en la misma, se corresponden realmente con sus apoyos dentro de IU. Si no tanto por los que se reclaman directamente de ella, sí porque sus posiciones y prácticas son aceptadas implícitamente por otros sectores que no dejan de reconocerse como parte de la mayoría federal, como es el caso Madrid y otras direcciones intermedias. Sin perjuicio de que los núcleos de sus bases están dispersos y que no constituyen un tejido homogéneo, la derecha de IU está representada directa o indirectamente por la Tercera Vía, y su implantación y arraigo es más fuerte de lo que cabría esperar en una fuerza política que se proclama de la izquierda anticapitalista.
El Espacio Alternativo es más difícil de interpretar. Sus resultados en la Asamblea tampoco se corresponden con sus delegados y menos aún con su respaldo en las bases. Ha aprovechado el descontento provocado por la lista mayoritaria en amplios sectores y el alto porcentaje de votos en blanco. Baste decir, por ejemplo, que en Madrid, uno de los focos de su implantación, no se ha presentado como opción, habiendo obtenido sus delegados a la V Asamblea Federal bajo el paraguas de la mayoría de esta Federación, que se cuenta entre las más derechistas y burocráticas de IU. Por otra parte, el Espacio esta integrado por un conjunto heterogéneo de sectores, con orígenes diversos, escasa cohesión y débiles fundamentos políticos compartidos.
Sin perjuicio del papel público que ejercen en él dirigentes como Jaime Pastor o los ecologistas, el Espacio es más un conglomerado que una corriente, en que priman menos los acuerdos en positivo que las reacciones contra la mayoría federal o antiaparato PCE. Estas pueden estar justificadas en algún caso por las prácticas burocráticas de que no esta exenta IU, pero son insuficientes para darle cohesión política a la corriente. En cierto modo, se trata de una Plataforma en que se sostienen algunos líderes con débiles bases. Se podría decir que los dirigentes del Espacio Alternativo han invertido en disidencia, una inversión que rinde buenos réditos por la preocupación del sector mayoritario por demostrar que la pluralidad es un signo de identidad de IU.
La ambigüedad del Espacio es tanta que resulta difícil decir si se encuentra a la derecha o la izquierda de la mayoría (en lo «alternativo» cabe todo). No obstante, se puede probar que realmente está a la derecha en la cuestión social, en lo que atañe a la lucha de clases. Abogando por una alternativa «rojo, verde y violeta», sus compromisos con el rojo están desdibujados o son más bien turbios (hay miembros del Espacio ligados con el sector oficialista de CC.OO.), si bien aportan una atención específica a los temas ecológicos. Por último, se detecta una preocupante brecha entre las proclamas y las prácticas del Espacio, sirviendo de ejemplo otra vez el comportamiento en Madrid, donde, presentándose como adalides de la democracia interna no dejan de prestar apoyo a una dirección burocrática y poco escrupulosa.
El Espacio ha obtenido un éxito en la Asamblea, que se antoja artificial y efímero por su débil consistencia ideológica y la diversidad de sus componentes. Su influencia real es muy limitada, aunque existe el riesgo de que los medios de comunicación utilicen el Espacio como punta de lanza para seguir acosando a IU, presentándola como una organización dividida y con tensiones internas permanentes.
Por lo que respecta a la mayoría federal, ha salido de la V Asamblea tan abigarrada y confusa como entró. Al mismo tiempo, en la Asamblea no se ha resuelto ninguno de los graves problemas de dirección detectados, que hacen de IU una organización poco eficiente en el sentido de que su discurso, decisiones y objetivos tienen una débil traducción en la acción, siendo prácticamente nula su capacidad de movilización. Se ha impuesto la continuidad, como lo pone de manifiesto el que, a pesar del balance crítico de gestión, se optase porque todos los miembros del CPF elegidos en la IV Asamblea continuasen en sus puestos.
La salida del PDNI no ha servido, como se pretendía y hubiese sido deseable, para promover una clarificación de las posiciones políticas dentro de IU, incluidos los sectores que se reclamaban de la mayoría federal. Al contrario, el magma ideológico de esa mayoría se ha reproducido en el proceso de la V Asamblea, porque, si bien los documentos políticos --Manifiesto y Ejes programáticos-- expresan una línea coherente de izquierdas, que se refuerza incluso --objetivos anticapitalistas, lucha contra el neoliberalismo, autonomía frente al PSOE, propuesta de unidad de acción de la izquierda, las 35 horas, la movilización como eje central, el estado federal--, la dirección propuesta y el CPF elegido son una repetición de los anteriores, en la que se incluyen gentes que han combatido las posiciones del federal, activa o pasivamente, y que se encuentran muy próximas a la Tercera Vía. Se ha aceptado la degeneración política de que «el papel lo aguanta todo». No se ha producido dentro de la mayoría movimiento alguno que expresara disidencias sobre la política pasada o la política propuesta, reservándose todos los sectores para imponer en la práctica su política con independencia de los textos aprobados.
Se puede así afirmar que, habiéndose apostado mayoritariamente por una política firme de izquierda, no ha surgido en la V Asamblea una dirección capaz de llevarla a cabo. Tanto porque no aparece un núcleo dirigente para gestionarla como porque subsisten en la dirección central y, sobre todo, en la dirección de las federaciones territoriales --que son las que tienen los recursos para ejecutar las decisiones-- muchos elementos contrarios, en mayor o menor grado, a la línea federal. La brecha entre documentos y la composición de la dirección y la carencia de un núcleo de dirección con reconocida autoridad son aspectos muy negativos del balance de la V Asamblea, dándose la circunstancia agravante que en el balance de gestión se destacaban como hechos fundamentales esa brecha entre teoría y práctica (a su vez, ya resaltada como preocupante en la IV Asamblea) y el mal funcionamiento de la dirección federal (incumplimientos, compartimentación, falta de comunicación, duplicaciones, luchas de poder, órganos en exceso numerosos, etc.). Ninguno de estos problemas parece que vaya a solucionarse, lo que hace temer que como ejercicio de reflexión, balance y corrección de errores la V Asamblea sea un fiasco.
Esa falta de dirección se ha puesto de manifiesto sintomáticamente durante el desarrollo de la propia Asamblea. No ha existido un equipo que la dirigiese, ni para seguir los debates y defender los documentos de la dirección saliente, ni para imponer una candidatura al CPF dominada por criterios políticos frente a las terribles presiones de las federaciones, partidos y colectivos. En un tema tan importante como los Estatutos, dada la configuración de IU, se han introducido cambios muy relevantes para su funcionamiento interno, cuyas repercusiones nadie estuvo en condiciones de calibrar. En la cuestión también esencial de cómo articular la «federalidad» en IU, mientras los documentos discutidos, que parecían estar acordados, apostaban por un reforzamiento de la autoridad de la dirección federal, en la Asamblea resultó que se ampliaban las competencias de las federaciones. En última instancia, la Asamblea discurrió sin control político y no es posible saber todavía cómo quedaron definitivamente los textos y el alcance de las enmiendas aprobadas.
En suma, la mayoría sigue tan indefinida como antes y con las mismas divisiones y tensiones. Habrá que esperar a la composición de la Presidencia y la Comisión Ejecutiva para ver cómo han cambiado las relaciones de fuerza entre las diversas sensibilidades y si en estos órganos impera una mayor claridad política. El aparente reforzamiento de los sectores de izquierda está por confirmarse.
Para esos sectores, lo más importante ocurrido en la V Asamblea fue la presentación de una nueva fuerza que asume y se corresponsabiliza de la política de IU en Cataluña. Tras la ruptura de las relaciones políticas entre IU e IC, sectores de ésta, junto con otros partidos y colectivos, como el PCC y la Esquerda Alternativa (IV Internacional), están a punto de lanzar una nueva organización con postulados transformadores y nítidamente anticapitalistas, que moverá el centro de gravedad de IU a la izquierda, contando con que, al contrario de lo que ocurría con IC, esta nueva fuerza participará en el CPF no sólo con voz sino también con voto.
Los resultados de la V Asamblea Federal han estado muy determinados por la Federación de Madrid, o más concretamente por su Coordinador Àngel Pérez, en torno al cual se había constituido una mayoría que aportaba 184 delegados, frente a la minoría representada por la Plataforma de la Izquierda, que contaba con 81 delegados. Pérez ha sido un factor importante, aunque ha resultado un aprendiz de brujo.
Dispuesto a que no se reforzara en el CPF la influencia de la Plataforma, puso un veto a la ampliación del número de personas que directa o indirectamente comparten las posiciones de ésta, como son los dirigentes del Sector Crítico de CC.OO. Al mismo tiempo, reclamó ampliar la presencia de su entorno. Sin embargo, insatisfecho con lo logrado, impulsó las listas alternativas, sin cuyo apoyo no hubiesen logrado el 10% de avales exigido para su presentación. Por esta vía, Pérez acosaba y mostraba sus diferencias con la mayoría federal, aunque, como en él es habitual, sin declararse en abierta rebeldía encabezando la disidencia. Se mantuvo mudo en la Asamblea --la Federación de Madrid es la segunda en importancia--, y al final, descubierto su juego, en la ordenación de la lista de la mayoría, la mayor parte de sus seguidores fueron relegados a los puestos de no salir, justamente, puesto que Pérez saboteó la lista urdida con grandes dificultades y tensiones por la dirección saliente.
Àngel Pérez, siempre escurridizo y ambiguo, ha logrado con sus interminables maniobras:
-- No tener presencia pública en la Asamblea.
-- Reducir al mínimo la presencia de los suyos en el CPF.
-- Crear tensiones en sus propias filas. Muchos de sus fieles no estaban dispuestos a combatir o a distanciarse tan abiertamente de la dirección federal ni a facilitarles el juego a las listas alternativas.
-- Al impulsar candidaturas alternativas de sectores que se han cobijado en su mayoría para llegar a la Asamblea Federal, ahora tienen tanta o más representación en el CPF que el propio sector de Pérez, y, reforzados, tendrán tentaciones de desmarcarse de él o de elevar el precio de su colaboración. Los delegados de la mayoría de Madrid, aparte del aval, debieron ser decisivos en los buenos resultados de las listas minoritarias, directa e indirectamente (dado el alto número de votos en blanco).
Pérez ha actuado como un pirómano, pero lejos de salir indemne del fuego, ha resultado chamuscado, si no achicharrado (los analistas discuten el grado de las quemaduras). No obstante, ha seguido vinculado a la mayoría federal, dejándola nuevamente, como se ha indicado, en un estado de confusión preocupante. Brindó una oportunidad de oro para ser separado de ella, pero Madrid sigue causando respeto al Federal y la postura de Pérez, en última instancia, es compartida por más sectores de esa mayoría.
En lo que se refiere al papel y actuación de la Plataforma en la Asamblea Federal, cabe distinguir la fase previa de lo ocurrido en la propia Asamblea y de las conclusiones a extraer.
Se hizo correctamente y sin papanatismos la identificación de nuestras posturas con los documentos Federales, y --en un tono menos agresivo que durante la Asamblea Regional, pero no menos claro-- se puso de manifiesto el oportunismo del sector de Pérez al sumarse a la mayoría. La decisión de imponer un portavoz en la Asamblea para diferenciarse del apoyo del sector de Pérez fue igualmente correcta, tanto de cara a Madrid como al conjunto de la Asamblea.
Se cumplió, por otra parte, el pronóstico de que tanto la Tercera Vía como el Espacio Alternativo se cobijarían en la mayoría regional para después desmarcarse en la Asamblea federal.
Actuamos con bastante lealtad con la mayoría federal, no presionando en el tema de los nombres de las listas, aunque, una vez conocidos los vetos de Pérez, hemos de constatar que el federal se plegó a ellos y no ha sabido defender a la Plataforma como el sector que más abiertamente lo respalda en Madrid.
Se puede decir que la Plataforma ha suscitado tanta confianza política, que el federal no ha sentido la preocupación de cuidarla.
La decisión de no permitir que se cayesen ninguno de los 7 nombres que considerábamos ligados a la Plataforma y al Sector Crítico de CC.OO. es discutible y puede parecer excesiva, pero, en el momento de tensión en que se adoptó, las presiones de todos estaban en su cénit y se conocía el veto de Pérez; el compromiso con el Sector Crítico fue a propuesta del mismo (Marcelino, Albarracín y San Frutos), y en aquellos momentos debió desempeñar un efecto positivo, a juzgar por los peligros que corrieron algunos nombres.
La admisión del descuelgue de Manuel Cámara (ex secretario de CC.OO. de Baleares), aunque amarga, cabe juzgarla acertada. Estuvo justificada por la propia posición del Sector Crítico y por una valoración correcta de la crisis que se abriría en la Asamblea y para la Plataforma en el futuro si se abandonaban puestos clave. Destacar, en todo caso, que la Plataforma discutió y tomó sus decisiones durante la Asamblea colectivamente, con un grado de participación de sus miembros como ninguna otra «delegación» alcanzó.
Como conclusión fundamental, es evidente que nuestras relaciones o posturas con respecto al federal deben cambiar: de un apoyo que puede considerarse bastante incondicional hay que pasar a un apoyo condicionado al grado de nuestras coincidencias y discrepancias. La lealtad excesiva acaba traduciéndose en desconsideración por parte de quien la recibe. Por otro lado, es también evidente que por la complejidad e implantación del Sector Crítico, la Plataforma de Madrid no debe aspirar a representarlo globalmente, sin perjuicio de seguir manteniendo con él unas relaciones privilegiadas y de compartir muchos militantes.