La seguridad económica global, tanto en términos de estabilidad macroeconómica de las economías nacionales como en los de la seguridad del empleo y los salarios e ingresos de los trabajadores, se ve gravemente afectada por las políticas neoliberales antisociales. La crisis económica y social se refleja en una profunda desestabilización agravada por la rampante especulación en los mercados de monedas, por los escándalos financieros en los que se ven envueltos algunos grandes bancos, el gran capital y sus aliados políticos, por los casos de desfalco de fondos públicos y de corrupción, bancarrotas y cierres de empresas productivas.

Todo ello ha dejado sin empleo a millones de personas.

En Alemania, el Instituto de Investigación Económica estima que este año el desempleo llegará a 4,51 millones (el 11,8 por ciento), la tasa más alta desde la Segunda Guerra Mundial. En Francia el número oficial de desempleados se cifra en 3,11 millones --el 12,4 por ciento de la fuerza laboral-- mientras que los sindicatos estiman que el número sobrepasa 5 millones. En España, el 21 por ciento de la fuerza laboral se encuentra sin trabajo. Estos altos niveles de paro siguen registrándose también en otros países desarrollados, y lo que es más grave, en los países en vías de industrialización, los que se ven fustigados por tasas grandes de desempleo y subempleo que afectan a más de 800 millones de personas.

A la luz de la reciente crisis financiera, la rupia indonesia acaba de perder tres cuartas partes de su valor frente al dólar estadounidense y las monedas de la mayoría de los países de ASEAN y del Este asiático han sufrido fuertes depreciaciones del valor de sus respectivas monedas nacionales.

Las grandes compañías financieras, tales como Yamaichi en Japón, han cesado sus actividades por propia voluntad, causando bancarrotas y cuantiosas pérdidas de puestos de trabajo.

Las tendencias similares en otras partes del mundo han llevado al FMI a revisar sus previsiones de crecimiento de la economía mundial declarando que irían a la baja. Las rigurosas condiciones impuestas por el FMI presentadas como «planes de rescate», traen consigo más cierres y más pérdidas de puestos de trabajo.

Los sindicatos en todos los países organizan acciones de protesta, intentando defender el empleo y planteando reivindicaciones concretas para reducir los altos niveles de desempleo y subempleo. Se ha formulado la reivindicación de introducir la semana laboral de 35 horas, que ha sido recientemente aceptada por el Gobierno de Francia para su aplicación en el 2000; en el año 2001 en Italia. El gran capital multinacional y las oligarquías financieras que prosiguen sus planes de recortes para maximizar sus beneficios se oponen a esta medida.

Las tendencias peligrosas que frenan el crecimiento económico equilibrado y el desarrollo social fueron denunciadas por los sindicatos del mundo en el Foro Sindical celebrado en los marcos de la Cumbre Mundial por el Desarrollo Social, convocado por la ONU en 1995 a Copenhague.

La Federación Sindical Mundial está convencida de que ha llegado la hora de volver a convocar el Foro Sindical como el que se celebró en Copenhague en los marcos de la Cumbre Mundial por el Desarrollo Social, hace tres años --y exigir unísono que los Estados miembros de las Naciones Unidas cumplan los 10 compromisos y, en particular, el compromiso de trabajar por imponer políticas de pleno empleo.

La FSM invita a todas las organizaciones sindicales internacionales, regionales y nacionales, que participaron y apoyaron el Foro Sindical de Copenhague, a tomar medidas inmediatas para convocar otro Foro, lo antes posible, con vistas a enjuiciar los desafíos y los peligros actuales y proponer acciones comunes para salvaguardar el empleo y el nivel de vida y para promover una estrategia democrática por el crecimiento económico y el desarrollo social, y para instar a los Gobiernos y los Parlamentos a aplicar realmente los Compromisos de Copenhague.