TEMPOREROS DE LA MISERIA
(4)José Luis Corretjé
Son los transeúntes de las tareas agrícolas. Los temporeros se desplazan por España en busca de un jornal que ganar, a cambio de participar en la vendimia, en la recolección, en la poda o en el enterramiento de los excedentes de la fruta que no se puede vender. En el marco de un encuentro celebrado en noviembre pasado en Gouveia (Portugal), que convocó a numerosas organizaciones de Iglesia que luchan por hacer que se respeten los derechos de estas personas, se resaltaron las diversas situaciones de exclusión que afectan a los temporeros.
«Se aprecia un aumento en los sentimientos xenófobos de parte de los trabajadores autóctonos con respecto al trabajador temporero inmigrante, para los que se convierte en chivo expiatorio culpable de todos los males existentes». Esta es una de las conclusiones extraídas de la Declaración Final del citado encuentro. Desde las organizaciones de Iglesia de diversos países europeos se mantiene un compromiso de acompañamiento al temporero en lugar de destino, ofreciéndole acogida y asesoramiento. En la reunión de Gouveia, con representantes de organizaciones católicas de Portugal, Francia, Italia, Suiza, Alemania y España, se planteó la necesidad de asumir un reto que supere el simple apoyo a iniciativas de ayuda...
De acuerdo con estimaciones recientes, en España se calcula un número de temporeros que roza la cifra del medio millón. De ellos, sólo un 10% son inmigrantes extranjeros, por lo que las situaciones de exclusión también atañen a ciudadanos españoles. Una de las iniciativas más interesantes surgidas en los últimos años en este terreno es el Observatorio de Temporeros (promovido por Cáritas), que a través de 41 puntos distribuidos por toda España, ha logrado detectar numerosas claves sobre las condiciones de vida de la población.
Junto a magrebíes y centroafricanos, los portugueses se han convertido en uno de los colectivos de inmigrantes más numerosos, en el capítulo de temporeros. En tareas agrícolas como la vendimia, recogida de la fruta y horticultura se ha detectado una presencia muy alta de trabajadores lusos (gitanos y payos). Muy solicitados por su capacidad de trabajo, los temporeros portugueses son víctimas de subcontratas: el patrón español puede pagar 5.000 pesetas por una jornada, 2.000 de las cuales quedarán en manos del intermediario. Estas situaciones fraudulentas vienen acompañadas de amenazas y agresiones hacia aquellos que traten de «saltarse» el conducto instaurado.
Los salarios que perciben los jornaleros suelen variar dependiendo de las horas de trabajo, pero sobre todo con relación al tipo de actividad. Tareas como la recogida de espárragos, la fresa o la vendimia son generalmente mejor valoradas que otras como la recogida de fruta. Las cantidades oscilan entre 3.000 y 6.000 pesetas al día. Sin embargo, los estudios realizados apuntan a abundancia de casos en los que se constata falta de seguridad laboral, viviendas insalubres y difícil acceso a convenios que garanticen unos mínimos. En este sentido sorprende, tal y como señala un experto del tema, cómo en muchas partes de nuestro país los sindicatos locales firman acuerdos con empresarios agrícolas sin la participación de los principales implicados: los temporeros.
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