Reseña del libro Esos asesinos que impunemente matan cada día a miles de personas: LOS AUTOMÓVILES, de Justo de la Cueva

por Lorenzo Peña


Véase también

Estudios serios revelan que los automóviles (especialmente los automóviles privados de turismo) son responsables de un porcentaje elevadísimo de la contaminación planetaria, particularmente de las emisiones de anhídrido carbónico (CO2).

Mas tomar en consideración sólo el anhídrido carbónico es detenerse en la superficie del problema. Si se tiene en cuenta la contaminación producida por los materiales gastados en la fabricación de autos, por las autopistas y otras carreteras que serían absolutamente innecesarias si no fuera por el uso masivo del coche privado como vehículo de turismo, y de los múltiples efectos colaterales e indirectos (como los derivados de la construcción de aparcamientos, los de la fabricación y desecho de neumáticos y otros muchos elementos descartables, los del reciclado de los cementerios de coches viejos, y muchísimos otros), hay quien calcula que el automóvil causa al menos el 70% de la contaminación del medio ambiente en nuestro planeta.

No puedo ahora comprobar si son exactas tales cifras. No dispongo en este momento de las fuentes de esos estudios, ni puedo garantizar que esos datos correspondan a la estricta realidad. Además, tales cálculos son dificilísimos. Lo que nadie duda es que un porción enorme de la contaminación medioambiental en nuestro planeta es provocada por el coche.

Así, con relación a Italia tenemos algunos datos de un estudio recientemente difundido{37}NOTA 11_1.

En ese país hermano los consumos y las emisiones de coches han crecido en un 36% entre 1979 y 1995, 6 veces más que los consumos totales de energía en ese período. La mayor parte de los coches de la última generación presentan una tendencia al empeoramiento de los consumos medios, especialmente en el ciclo urbano.

En Italia los coches han emitido en 1995 unos 110 millones de toneladas de CO2, un 25% del total. Ese consumo de energía por los autos es el que sufrirá el más rápido crecimiento: los 500 millones de coches hoy circulantes en el mundo se duplicarán en poco más de un decenio, alcanzando el número de 2.300 millones de aquí al 2030.

Sin embargo, la contaminación es el menor de los males causados por el automóvil. Lo más grave no es eso. Mucho más grave es la espantosa sangría, la escabechina que han traído consigo. Estos días la TV borbónica exulta porque dizque ha bajado el ritmo de aumento del número de accidentes con relación al año anterior. ¡Paparruchas y bagatelas! Añaden píos deseos y exhortaciones a que se conduzca bien, para ver si este año 1999 no hoy ningún muerto en las carreteras. Es como desear a los cazadores (esos que siembran el dolor y la muerte entre nuestros parientes de otras especies) un uso de sus instrumentos sin derramar sangre.

Y es que el coche es varias cosas a la vez, pero una de las cosas que es es un arma mortífera, un instrumento de matar.

Tampoco son lo peor los muertos, sin embargo (con ser eso terrible). Peor son los tullidos, los lisiados, aquellos (hay sólo en la villa de Madrid decenas de miles, que están así) que ni pueden salir de sus casas, que están en sillas de ruedas, aquellos cuya vida ha sido destrozada por el coche y a quienes sólo queda ver pasar los años de una semi-vida llena de sufrimiento y constituyendo una fuente de indecible aflicción y congoja para los suyos (para no hablar ya del suplicio de quienes no pueden recibir ningún consuelo porque no tienen a nadie que sea suyo, habiendo perecido sus allegados en el accidente).

Mas ni siquiera eso es lo peor, siendo horroroso. Peor que eso es el deterioro de la calidad de vida. De esto no se salva nadie.

Para los automovilistas, una vida sedentaria, sin ejercicio, que los ilusos creen compensar dando unas pedaladas al atardecer o los fines de semana: resultado de lo cual es el anquilosamiento, el deterioro de funciones vitales, porque somos animales y nuestros órganos se atrofian y perecen lentamente por falta de ejercicio.

Para el peatón es peor: los coches devoran los entornos urbanos y semi-urbanos; las aceras se achican, al peatón le está prohibido cada vez más el uso de la superficie urbana pública salvo pequeños cotos reducidísimos, a menudo entre rejas, alambradas, barreras, o --para cruzar-- un angosto pasillito utilizable sólo unos fugaces segundos.

Siendo eso incómodo, peor es la zozobra, el vivir con el alma en vilo, el peligro constante. Sobre todo en las nuevas urbanizaciones, por falta de semáforos y proliferación de los redondeles o isletas, donde se machaca sin piedad al peatón y al ciclista, de suerte que el llegar sano y salvo a casa al final de la jornada es haber puesto una pica en Flandes y tener un motivo de satisfacción (hasta la nueva angustiosa incertidumbre del día siguiente).

Y, junto con eso, el deterioro y la carestía de los transportes públicos, la multiplicación de las distancias (con entornos urbanos diseminados, dispersos, esparcidos, entre sí y dentro de cada uno --aunque unos son en eso peores que otros); un tipo de urbanización impuesta, probablemente, por los planificadores venales a sueldo de los fabricantes de coches (¿qué otra explicación puede tener un fórmula tan absurda e irracional?)

Y lo más sangrante de todo es que prescindir del coche puede hacerse sin merma de la calidad de vida, a diferencia de los sacrificios que nos piden los ecologistas (recomendándonos privarnos: unos de neveras, por lo de la capa de ozono; otros de varios pares de pantalones --conformándonos con uno solo--; otros de aire acondicionado [con los 40° frecuentes en muchas partes de España durante varios meses al año]; otros de libros [y que nos limitemos a tomar libros prestados de la biblioteca, que no podremos subrayar ni leer tranquilamente durante meses]; otros de computadoras; otros de persianas, de muebles, ...).

La única razón para que haya coches --aparte, claro, de las tendencias malsanas al individualismo y a la holgazanería-- la constituyen los intereses creados de la mafia oligárquica que se lucra con la venta de automóviles. Mafia que --junto con la de los traficantes de armamento en gran escala-- constituye el lobby o grupo de presión más poderoso, el que verdaderamente lleva por la nariz a los gobernantes burgueses, el que hace y deshace, el que amaña las teatrales y bien orquestadas campañas electorales para que, en cada caso, salgan elegidos quienes más le petan en ese momento. Los cuales pagan luego: subvencionando, a expensas de los contribuyentes --incluidos los peatones--, la compra de coches (planes renove etc); encareciendo, deteriorando y obstaculizando el transporte público; propiciando los entornos urbanos diseminados y la liquidación de la ciudad compacta, decimonónica; financiando, con cargo al erario público, las fábricas de coches de muchos modos, directos e indirectos; volcando millonadas increíbles en carreteras y autopistas --al paso que dedican al tren sólo sumas exiguas en comparación.

Mas las ventajas que reportaría --derrotando a esa mafia oligárquica-- alcanzar un modo sano y racional de vida, sin coches, sólo se conseguirán si del coche prescindimos todos o casi todos (exceptuados los pocos que verdaderamente pueden tener real y genuina necesidad por su trabajo, como reparadores itinerantes, suministradores comerciales al por menor, médicos de zonas rurales o dispersas, etc --y aun muchos de ésos podrían, para tales desplazamientos, utilizar motos, mucho menos contaminantes y que plantean menos problemas sociales, o incluso en algunos casos bicicletas).

Porque sólo si (casi) todo el mundo prescinde será posible una satisfactoria política de transporte público (que ha de ser gratuito, al menos para cercanías); sólo así habrá entornos urbanos vivibles, donde los niños puedan jugar en la calle, donde no sea una aventura volver a casa, donde se pueda pasear tranquilamente, deambular, ir y venir, disfrutar del espacio público; y los fines de semana andar en bici por carreteras sin pensar al salir que tal vez sea el último día de la vida de uno.

Si sólo disminuye el número de usuarios de coches, nada se arreglará.

Teniendo en cuenta lo que precede, es particularmente bienvenido el folleto que tengo en mis manos, Esos asesinos que impunemente matan cada día a miles de personas: LOS AUTOMÓVILES, de Justo de la Cueva (Colección Sediciones, Argitaletxe HIRU, Hondarribia, s.f. [¿1998?] (<jdelacueva@basque-red.net>). Lo que sigue son, básicamente, extractos de ese excelente y meritorio opúsculo.








Un organismo de la vitola del National Safety Council de Estados Unidos ha hecho pública su estimación de que esa banda de asesinos [los automovilistas] ha matado a un número de estadounidenses mayor que el número total de ciudadanos de los Estados Unidos que han perdido la vida en todas las guerras que ese país ha librado en los últimos doscientos años. Sólo en le lapso de 25 años contado a partir de 1970 mataron a un número de estadounidenses mayor que el que suman los que murieron en las dos Guerras Mundiales, en la de Corea y en la de Vietnam.

[En España] matan CADA AÑO a nueve mil (9.000) personas. Sucede que, por ejemplo, cada año uno de cada dos jóvenes de 17 a 29 años que pierde su vida en el Estado español lo hace a manos de esos asesinos.{38}NOTA 11_2

[...] en 1994 sumaban ya más de doscientas mil (200.000) víctimas mortales.

[...] Por citar un sólo país europeo importante: en Alemania sus víctimas en el año 1992 quintuplicaron a los muertos por drogas. Ese año mataron el doble de alemanes que los que el sida había matado en sus diez años de historia.

[...] según la OMS (Organización Mundial de la Salud) son ochocientas mil (800.000) las víctimas mortales que CADA AÑO producen en el mundo de esos asesinos [...] Sólo en Cataluña esos asesinos arrebatan CADA AÑO veinticinco mil (25.000) años de vida a las personas que mueren antes de tiempo a sus manos.

[...] también cientos y cientos de millones de años de infeliz, truncada, dolorida y disminuida y minusválida existencia los que acarrean a un número de sus víctimas que multiplica muchas veces al número de los que matan. La OMS nos dice que dejan heridas a veinte millones de personas CADA AÑO. Solo en Estados Unidos los heridos son más de cinco millones anuales según dice el Doctor Charles, presidente de los Physicians for Automotive Safety.

[...] en el Estado español esos asesinos dejan inválidas quince mil (15.000) personas CADA AÑO y heridas de consideración a ciento cincuenta mil (150.000) Sobreviven, por ejemplo, una mayoría de los veinticuatro mil jóvenes menores de 25 años del Estado español a los que CADA AÑO esos asesinos han provocado un traumatismo craneoencefálico [...] muchísimos arrastran y arrastrarán durante años y años graves secuelas psíquicas, emocionales y físicas que requieren tratamiento específico.

[...] a uno de cada siete encuestados (el 14%) esos asesinos le habían matado un familiar, a uno de cada dos (el 48%) le habían matado a un amigo, uno de cada dos (el 49%) conocía a alguien a quien esos asesinos habían dejado minusválido.

«Un coche medio: 1) pesa más de media tonelada. 2) ocupa casi diez metros cuadrados, 3) emite gran cantidad de ruido y arroja al aire cantidades variadas de contaminantes tales como plomo, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, etc.» (Definición del Ministerio español de Obras Públicas y Transportes).

[...] En un año un coche medio emite a la atmósfera cinco toneladas de dióxido de carbono.

[...] El óxido de nitrógeno reduce la función pulmonar y las defensas, provoca la lluvia ácida y también contribuye al efecto invernadero. El ozono supone alto riesgo para los asmáticos. Las partículas minerales en el aire, que los motores diesel generan en cantidad, provocan cáncer, enfermedades respiratorias y cardíacas. El benceno genera cáncer. El plomo afecta al sistema nervioso y sanguíneo, daña el cerebro de los niños, caído en tierra entra en la cadena alimenticia. Los hidrocarburos producen somnolencia, irritación de los ojos, tos generan el smog o niebla de ozono. Los cinco litros de aceite que contiene el cárter de un coche pueden contaminar, tras ser quemados (lo que es una práctica desdichadamente considerada en muchos sitios como solución), la misma cantidad de aire que respira una persona en tres años: 100.000 metros cúbicos. Si caen a un río, forman una capa aceitosa de hasta cinco kilómetros.

[...] Un estudio holandés ha atribuido el 87% de las emisiones totales de plomo al transporte por carretera.

[...]

Uno tras otro, sucesivos estudios demuestran que los gases emitidos por los tubos de escape perjudican gravemente la calidad del aire que respiramos y achacan al automóvil el 60%, el 70%, el 80% o más de la contaminación atmosférica de las distintas áreas metropolitanas [...] los automóviles emiten el 69% de todo el plomo, el 70% del monóxido de carbono y son responsables del 60% del ozono a ras de tierra.

[...]

Los coches, esos monstruos engendrados por el Capital, no sólo asesinan anualmente a decenas de miles de personas sino que amenazan ya la vida de miles de millones de personas.

Antes de ser puestos en circulación la energía consumida por un automóvil equivale al 12% del combustible que consumirá durante toda su vida útil.

Y, para completar el cuadro del despilfarro, he aquí más datos de la patria del cowboy: el automóvil consume el 95% del níquel, el 35% del zinc, el 20% del acero, el 12% del aluminio, el 10% del cobre el 6% del caucho y el 5% del plomo usados en los Estados Unidos.

[...] siendo la suma de la longitud de las calles de la ciudad de Barcelona la de 1.237 kilómetros, doblando esa longitud porque pondríamos en todas las calles los coches en doble carril, faltarían por meter en las calles de la ciudad 1.766 kilómetros de coches (algo más de 308.000) [en 1992]

[...] en la ciudad de Los Ángeles el ¡¡¡60%!!! de su superficie está dedicado al automóvil[...] Datos oficiales señalan al Estado Español como el campeón europeo por el porcentaje de su población expuesta a niveles peligrosos de ruido producido por el tráfico de vehículos.

[...] ¿Cuántas personas pueden pasar en una hora por un camino de tres a cuatro metros de ancho? La respuesta es demoledora para el automóvil:

50.000 en tren de cercanías, 40.000 en tren rápido, de 18.000 a 25.000 en tranvía, 20.000 andando, 13.300 en bicicleta, 7.000 a 10.000 en autobús, de 900 a 2.300 en automóvil.

[...] el varón americano típico consagra más de 1.500 horas por año a su automóvil: sentado dentro de él, en marcha o parado, trabajando para pagarlo, para pagar la gasolina, los neumáticos, los peajes, los seguros, las infracciones y los impuestos para la construcción de las carreteras y los aparcamientos. Le consagra cuatro horas al día en las que se sirve de él o trabaja para él. Sin contar con el tiempo que pasa en el hospital, en el tribunal, en el taller o viendo publicidad automovilística ante el televisor. Estas 1.500 horas anuales le sirven para recorrer 10.000 kilómetros, es decir, 6 kilómetros por hora. Exactamente la misma velocidad que alcanzan los hombres en los países que no tienen industria del transporte. Con la salvedad de que el americano medio destina a la circulación la cuarta parte del tiempo social disponible [...]

[...] los usuarios de los automóviles sólo pagan entre el 60 y el 80% del coste real de ese uso, cargando el resto (construcción y mantenimiento de la red viaria, servicios, daños por contaminación y destrucción de la Naturaleza y de sus recursos, accidentes, etc.) al conjunto de la sociedad.

Por lo que respecta al Estado español hay que empezar por aclarar que NO hay industria española de fabricación de automóvil. Hay una potente industria del automóvil en el Estado español que fabrica más de dos millones de vehículos de motor al año [...] pero no es española. Son las multinacionales yanquis, japonesas, alemanas, francesas, italiana las propietarias de las once fábricas [...] Según un estudio de la Universidad Complutense de 1995, con datos de 1992, las aportaciones fiscales del automóvil suponían el 16,5% de los totales ingresos fiscales del Estado sumando la enorme suma de 2.206.000.000.000 de pesetas.

La única solución sensata es que nadie usemos coches privados

Bibliografía de las notas del libro:

-- Antonio Estevan y Alfonso Sanz. «La estabilización ecológica del transporte en España», Apéndice de la edición en castellano de la obra de Lester R. Brown et alii: State of the World 1994, titulada La situación del mundo 1994. Informe Anual del Worldwatch Institute sobre el Medioambiente y el desarrollo, Emecé Editores y CIP/FUHEM, Barcelona, 1994, 477 páginas.

-- Ryam Sims: The Dilemma of Automobile Safety, trabajo de estudiante incluido en Internet en la página Web de The Automobile in American Life. Seminario universitario de la Universidad de Nevada, Reno. http://www.scs.unr.edu/autoial/ryan/FINAL.html

-- Isabel Perancho: «Tras el túnel del coma», en el nº 213 del suplemento de SALUD del diario EL MUNDO, 12 de septiembre de 1996.





Véanse también estos textos:

Volver al portal de ESPAÑA ROJA

Volver al Nº 10 de ESPAÑA ROJA